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De héroes y batallas

Como todos saben soy de Argentina y quisiera presentarles mi día de la independencia: con ustedes el 9 de julio de 1816. Y como en todo el territorio americano, esto no fue fácil, de hecho nuestra revolución dicta del 25 de mayo de 1810. No quisiera aburrirlos con datos y fechas pero inevitablemente debo dar una breve síntesis histórica.

“Tras la Revolución de Mayo y la instauración de la Primera Junta, en 1814, el rey Fernando VII regresó al trono de España. Este país quería reconquistar sus colonias. Los realistas habían triunfado en Huaqui, Vilcapugio y Ayohúma (batallas), y eran fuertes en el Alto Perú, actual Bolivia. Desde allí pensaban en invadir todo el territorio de Argentina. El 15 de abril de 1815, una revolución terminó con el gobierno unitario de Carlos María de Alvear. Los revolucionarios exigieron la convocatoria de un Congreso General Constituyente. El Congreso de Tucumán comenzó a sesionar el 24 de marzo de 1816 con 33 diputados. Varias provincias no enviaron representantes por diversos motivos. De acuerdo a lo que habían decidido, la presidencia del Congreso era rotativa y debía cambiar cada mes. En una de sus primeras decisiones, el Congreso nombró Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata a uno de sus diputados, el general Juan Martín de Pueyrredón. A partir de allí, debatieron acerca de los alcances de sus atribuciones y su funcionamiento interno, además de decidir acerca de cuestiones políticas de nivel nacional e internacional. Varios miembros del Congreso, incluido el general José de San Martín, gobernador de la Intendencia de Cuyo, solicitaron que se iniciara la discusión sobre la Declaración de Independencia. Con la presidencia del cuerpo uno de los representantes de San Juan, Francisco Narciso de Laprida, la votación se realizó el 9 de Julio, en la casa propiedad de Francisca Bazán de Laguna, declarada Monumento Histórico Nacional en 1941. Ningún país reconoció en ese momento la independencia nacional. Sin embargo, el 21 de julio de 1816 juraron la Independencia en la sala de sesiones por los miembros del Congreso, ante la presencia del gobernador, el general Manuel Belgrano, el clero, comunidades religiosas y demás corporaciones.”

(http://www.bicentenario2016.gob.ar/contenidos/66/historia).













Mi intención no es dar una clase de historia sino un punto de vista. Hoy por hoy, estamos celebrando nuestro Bicentenario, 200 años de vida como la República Argentina, y si bien es un acontecimiento feliz hay que recordarlo con el respeto y la mesura que merece. Pues considero que como pueblo tenemos varios nacimientos y nuestra historia no sólo comenzó con la llegada de los europeos el 12 de octubre de 1492, ni mucho menos el día que se fueron (metafóricamente hablando), en nuestro caso en 1816. Antes de ellos los habitantes originarios tenían larga trayectoria en el territorio y ya había civilización, no como decían los españoles. Sin embargo, de esa manera fue tratada la gente americana (aunque así mismos no se llamaban americanos), así: como la nada, ese día murió y nació un pueblo. Y creo que el término más acertado no es “descubrimiento”, sino “conquista”. Esa conquista que a mi entender, se dio en el momento indicado y el reino en cuestión “aprovechó” este acontecimiento histórico. América no fue sólo un dominio más para el plantel, sino que fue una mina de recursos humanos y de riquezas, para el contexto, sumamente estratégico, como en el caso de Virreinato del Río de la Plata. Las colonias y su cantidad valían más que cualquier cosa, era estatus y poder. Es así que no sólo españoles se asentaron en el “nuevo mundo”, todas las potencias tenían su parte. Parecía ser todo próspero para ellos pero ese mundo estaba cambiando y los aires de libertad estaban soplando, era tiempo de romper las cadenas.













Llegó el momento y, como ya mencione, aquel día nacíamos como país. Fue un martes soleado y con la fuerza del sol heredamos la lucha de los que dieron la vida por nuestra libertad. Y así como cualquier persona, un país también tiene un proceso de crecimiento y madurez. Durante 200 años se construyó a pulmón lo que hoy es mi Nación y nunca fue fácil, ni lo sigue siendo. De hecho nos falta mucho para ser ese grandioso país que soñaron nuestros próceres, ellos marcaron el camino, y como tal es nuestro deber seguirlo. Desde San Martín hasta Messi (si Messi), en el medio hay millones de criollos y argentinos que hicieron y hacen grande a este país, los de “antes” y los de “ahora” y no son las grandes guerras ni los partidos de fútbol lo que nos hace ser lo que somos, sino la calidad de la gente que hay, ellos son los verdaderos héroes y constructores, el pueblo hace la cultura, la gente cotidiana que engendra grandes exponentes librando las batallas diarias. Quizás tengamos mala fama, nos odian o nos aman, pero somos tan únicos como el dulce de leche. Podemos ser un poco arrogantes, es nuestra fachada, porque somos seres sensibles, solidarios y generosos con nuestros hermanos. Lamento que en los tiempos que corren se esté perdiendo un poco esa maravillosa cualidad pero soy una optimista empedernida porque si hay algo que nos caracteriza es nuestra capacidad de resiliencia, el nunca abandonar y poner todo y renacer. Por eso hago un llamado: argentinos hay que seguir creciendo, 200 años no son nada.

Fuentes obtenidas de:

Foto 3: http://www.me.gov.ar/efeme/9dejulio/

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