Me atrevería a decir por la experiencia adquirida en estos años que no existe en nuestras familias la costumbre de hablar como cuestión cotidiana de los ingresos familiares, entonces que sucede al respecto; por lo general uno de los cónyuges desconoce cómo se encuentran gastos, pagos, facturas y otros compromisos y dispone para sí de cantidades que si se hablase antes pudieran servir para cubrir alguna necesidad en el hogar que ambos han formado.
Con las nuevas tendencias socio-culturales de que ambos cónyuges trabajan para mantener el hogar económicamente se supone que deberían de vivir mejor económicamente, ¿pero qué sucede cuando esto no es así? y entre más ingresos entran a la casa más deudas aparecen.
¿Cómo hacerle saber al otro, que están marchando mal en la economía de la casa, por sus acciones sin que se ofenda o se sienta lastimado? Algo que se debería de tomar en cuenta siempre es conocer la actitud que la pareja tiene hacia el dinero cabe destacar dos accionares distintos respecto a esta posición, por un lado, puede que la otra persona tenga una actitud despilfarradora y se compre cualquier aparente oferta que encuentra y el otro lado de la situación sea el tacaño extremo que no desea dar ningún aporte a nada por considerarlo innecesario.
¿Pero de qué forma hablarlo con nuestra pareja? deberemos abordar el tema con tranquilidad y sinceridad, dejando siempre las cosas en claro. Luego de esto deberá hacerse un examen real del ingreso que se tiene en casa, pues qué tal si se está llevando un nivel de vida que no se adapta al ingreso que se tiene actualmente, estos números obviamente deberá ser aceptados por ambos.
Esta es la parte más difícil pues cuando empezamos a cuestionar porque la otra persona compra por ejemplo perfumes, ropa, accesorios o zapatos que exceden el valor económico que disponemos para comprarlo, puede afectarse al pensar que le queremos limitar en sus gustos y deseos personales, sin razón aparente. Tenemos que ayudarle a aceptar que son situaciones que deben cambiar y llegar a un acuerdo y si esta situación es temporal o permanente, en ambos casos se insiste en la necesidad de enfrentar la realidad económica que se tiene.
Si existen diferencias notorias en el ingreso de uno u otro, debe procurarse la distribución equitativa a medida que ninguno se vea más afectado que el otro, no será justo que el otro se quede sin casi nada por cubrir situaciones que entre dos serán más factibles de resolver. Se debe comprender que será difícil al principio pues cada uno trae una economía de hogar distinta pero que hablando se puede unificar por el bien de la familia.
Otra cuestión importante es el hecho de hablar sobre todos los pormenores o los posibles
eventos que puedan suscitarse, y decidir si tener un fondo común para ello o el plan para llegado el momento poder solventarlo, con esto me refiero a celebraciones familiares, accidentes de cualquier índole, o en el caso de hijos, enfermedades o actividades extra escolares que deben cumplirse. Aun en estos puntos mencionados anteriormente no se ha llegado a la parte medular de toda la economía y son los gastos fijos, esos que estarán eternamente con nosotros, el pago de agua, luz, teléfonos, internet, alquiler o hipoteca de la casa y en el caso de los hijos la educación también conlleva un costo mensual que durará aproximadamente 20 o más años, es por ello que deben desde la conformación del matrimonio empezar a tratar los temas relacionados al manejo del dinero en la casa, y no pensar que aún hay tiempo para resolver u omitirlo por pena.
Hablemos sobre ello, sin temor a expresar cantidades que se obtienen por sus trabajos y cuanto se reuniría entre los dos, y sin pena decir mira no nos alcanza para esto o para lo otro, hacer el listado con números y datos reales para no verse en un sobreendeudamiento muchas veces innecesario. Si solo es uno de los dos el que provee la parte económica de la casa, es deber del que se queda, distribuirlo de manera competente, pues si no siempre será punto de discusión el estiramiento del presupuesto, o en el peor de los casos la mala distribución del mismo.
Otra clave importante es el hecho de poder controlarse de forma individual pues a veces queremos y es muy normal el hecho de consentirnos y darnos pequeños o grandes obsequios como recompensa por el éxito tenido en alguna actividad realizada, ojo con esto a veces creemos que por ser algo “barato” no afectará nuestro presupuesto general, o por tratarse de alimentos por ejemplo un almuerzo en un lindo restaurante o una cena en un lugar especial o una salida con los compañeros de trabajo, no afectará los gastos del fin de mes; si no podemos controlar estos pequeños detalles no habrá llegado la quincena cuando ya estemos en números rojos con nuestros gastos personales, y esto desequilibra lo que inicialmente planificamos para estar tranquilos en casa, el problema es como decirle al otro calma ¡no gastes más, no podemos, no debemos comprarlo! para ello como se menciona casi al inicio del articulo el hecho de dirigirnos con tranquilidad y sinceridad sin palabras altisonantes o haciéndole sentir de entrada que es el único culpable de no poder cubrir el recibo de alguno de los gastos de este mes.
Imágenes adquiridas através de: www.pixabay.com