top of page
Recent Posts
Featured Posts

¿El verano te preocupa? - Chile

Ya casi al finalizar septiembre, se inaugura en la publicidad la temporada de enlightecer la vida en pro del verano. Aparecen las nunca novedosas campañas por una apropiada exhibición de nuestros cuerpos durante el período de verano y se desbordan en la televisión, en las revistas y la radio. Frases como “recupera tu figura”, “por un verano sin polera” (camisa), “que este año el bikini sea más pequeño”, “para estar más liviana”, insisten en hacernos cargo de un problema que, al parecer, todas tenemos. En el hemisferio sur, por la marcada diferencia de sus estaciones, la campaña por derrotar los kilos para llegar al momento playero es una lucha feroz por destapar aquello que tapamos en el invierno y que ya no podemos esconder. Nos tratan como si hubiéramos pasado el año hibernando, agradadas de estar sumergidas en capas y capas de ropa negra, para ahora tener que forzarnos al color y a la desnudez. No sé cómo será el proceso en aquellos países donde el sol se mantiene durante el año, pero los movimientos en pro de la aceptación de la diversidad de los cuerpos que aparecen de países como Costa Rica, Venezuela, Colombia, entre otros, indican que el imperativo hacia el deber ser de los cuerpos en la playa es bastante general.

En este contexto, me encontré con esta publicidad que concentra bastante de esa imposición. De partida, la pregunta es retórica, es decir no requiere respuesta porque internamente la respondes de modo automático y se asociada indisolublemente al peso y al tamaño. ¿Me preocupa el verano? “Sí, porque no tendré trabajo”, “sí, porque mis hijos son alérgicos al sol”, “sí, porque no sé dónde saldremos de vacaciones”; NO son respuestas posibles. Me tiene que preocupar el verano por mi peso y mi talla. Pero, ¿tiene que ser así?




Una de las cosas más curiosas de esta publicidad es que ni siquiera aparece un cuerpo humano como referente. Esa es la única honestidad del anuncio. Para la norma, para este deber ser, para lo que indican los medios acerca de nuestros cuerpos; no somos personas, sino que estamos reducidas a la mínima expresión. Somos un número, nuestros cuerpos son homologables a un objeto. La balanza aparece realizando una representación del cuerpo, tiene la cinta métrica en lo que podría ser la cintura, y –ojo- el medidor de la pesa está en 0 kg.


La publicidad ha transformado el verano en algo de lo que preocuparse. Han convertido una estación del año en un período doloroso y avergonzante para muchas de nosotras. Nos ha llevado a hacer cosas profundamente ridículas producto de que pensamos que anda todo mal con nuestros cuerpos. La que esté libre de pecado que tire la primera piedra… ¿Cuántas le hemos hecho el quite a una situación de piscina o playa? ¿Cuántas no hemos deseado que la moda del año en curso indique que lo mejor para la piscina es un hábito? ¿Cuántas hemos inventado excusas absurdas para no tener que mostrarnos en bañador? ¿Cuántas, para no meternos al agua, hemos invocado a la menstruación unas 8 veces al mes como excusa o que comimos hace poco o que no tenemos calor cuando el termómetro indica 45 grados a la sombra?...Si ya no tuviste más opción y te tuviste que parar, ¿cuántas de nosotras han optado por meterse al mar con ropa? (como si el agua no te apegara las telas al cuerpo o trasluciera las prendas…o peor, como si las telas te ayudaran a nadar mejor y no a parecer una boya mar adentro) ¿Cuántas no han tenido la fantasía de colocarse el bikini cuando te vas de vacaciones a otro país (porque ahí no te conoce nadie), cuando en realidad, la mayoría de las veces, cuando nos vamos de vacaciones a otro lugar, en nuestro mismo país, tampoco nos conoce nadie? …Y así es cosa de recordar el sinnúmero de estrategias que tenemos para enfrentarnos al -que nosotras creemos- tan problemático verano.


Ahí es dónde debe aparecer nuestra propia conscientización y cuestionamiento. Ahí es donde tenemos que decretar(nos), algo que, al parecer, no está tan internalizado. Soy mucho más que un número en la pesa o en la cinta o en el IMC. Mi cuerpo no es un absoluto. Es solo una parte de mí. Recordemos siempre lo que dice Naomi Wolf, la crítica y activista norteamericana, “Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres. Está obsesionada con la obediencia de éstas. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres; una población tranquilamente loca es una población dócil.” (The Beauty Myth. 2002). Comprender esto es entender que empoderarnos de nuestros cuerpos no es un asunto cosmético. No es sencillamente sentirnos lindas, sino internalizar que gordas o flacas, curvys o plus size u obesas, nuestra percepción acerca del cuerpo genera movimiento o la ausencia de este.


La penalización social hacia nuestra gordura genera, por ejemplo, que nos quedemos sentadas en la arena muriéndonos de calor, aunque podríamos hacer algo por refrescarnos. Esto puede llevarse a otros niveles; es decir, no ampliamos nuestros círculos sociales porque somos gordas, dejamos de estudiar porque nos rechazaron en la escuela, preferimos no salir a la calle a comprar ropa o a bailar porque creemos que cuando bajemos 30 o 10 o 5 o 2 kilos seremos realmente felices. Y la felicidad no depende del cuerpo. No depende de la estación del año ni de cuántos abrigos o bikinis podamos usar. No es proporcional a una medida, a un número, sino a la presencia del deseo por la vida. Deseemos nuestra vida hoy, nuestro cuerpo hoy, mostrémonos en el presente de modo que el único miedo que nos paralice sea el de perder oportunidades de disfrute. Preocupémonos en el verano por tener que decidir entre tantas opciones de colores, sabores y frescores, y dejemos de excusarnos frente a las posibilidades de nuestra vida hoy. Por eso les propongo preguntarnos, ¿cuál es mi nueva preocupación del verano?

Foto de: Swimsuitsforall


¡Hasta luego!


Archive
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook
  • Instagram
  • Twitter
bottom of page